sábado, 19 de julio de 2014

Selva Almada


MIENTRAS AGONIZO, de William Faulkner. Es la biblia.

EL CAMINO DEL TABACO, de Erskine Caldwell. Cuando la leí, gracias a la recomendación de un amigo, hace varios años, estaba en esos momentos en los que uno lee y ningún libro resulta una sorpresa. Te gusta más o menos, pero no deja de parecerse a otros. El camino del tabaco, en ese contexto, fue sentir que la sangre me hervía de nuevo, que había una literatura potente, irreverente, tremenda, esperando ahí y sentir la felicidad de haberme atropellado con ella.

CUENTOS COMPLETOS, de Flannery O'Connor. Ella es la mejor. La loca desquiciada. Si fuera creyente, Flannery sería mi religión.

CUENTOS COMPLETOS, de John Mc Gahern. Una revelación que me llegó también de la mano de los buenos amigos que regalan libros memorables.

TRES LUCES, de Claire Keegan. Una historia mínima, narrada con una gran intensidad. También los relatos de Claire Keegan son absolutamente recomendables.

EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO, de Carson Mc Cullers. Creo que empecé esta novela tres o cuatro veces. Siempre la abandonaba en la página 30, pero había algo, quizá el título tan hermoso, que cada tanto me llamaba de nuevo a abrir el libro. Un día dije que tenía que llegar por lo menos a la página 31 y de ahí no paré. Una gran, gran novela.

LA PIEL DE CABALLO, de Ricardo Zelarayán. Uno de los mejores escritores entrerrianos, enorme poeta también. Esta novela es una locura, un lenguaje delirado y exquisito. Aprendí mucho leyéndola y cada vez que la releo.

A SANGRE FRÍA, de Truman Capote. Por algo Capote es el inventor de la non fiction.

SUDESTE, de Haroldo Conti. Es de esas grandes novelas que te duelen como si te hubieran dado una paliza.

EL TEMOR DEL CIELO, de Fleur Jaeggy. Lo leí por recomendación de otra escritora que me encanta, Perla Suez. Fleur Jaeggy es como el veneno helado de la narrativa.


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El viento que arrasa - Editorial Mar Dulce, Buenos Aires, 2012. 

1 comentario:

  1. “Un remolcador cachuzo arrastra su panza chota por la mugre líquida del Riachuelo ¡Riacho puto, angurriento de aceite fabriquero y portuario! ¡Riacho sediento de aceitacho tachón!”

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