miércoles, 20 de agosto de 2014
Zolo
1. OBRAS COMPLETAS, de Edgar Allan Poe.
2. CRIMEN Y CASTIGO, de Fiodor Dostoievski.
3. LAS FLORES DEL MAL, de Charles Baudelaire.
4. LOS CANTOS DEL MALDOROR, de Conde de Lautréamont.
5. OLIVERIO TWIST, de Charles Dickens.
6. TODOS LOS FUEGOS EL FUEGO, de Julio Cortázar.
7. AGUAFUERTES PORTEÑAS, de Roberto Arlt.
8. ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA, de Friedrich Nietzsche.
9. UNA ESTADÍA EN LA NOCHE, de Ferdinand Céline.
10. CONFESIONES DE UN INGLÉS COMEDOR DE OPIO, de Thomas de Quincey.
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Paramnesia
ResponderEliminarRepresentaciones obsesivas me atormentan
en las calles las personas me miran, no dicen nada
pero hay algo en sus miradas que me molesta.
En un basural la madre Teresa besa a un mendigo
entonces corro en el mismo sentido
hasta encontrarme en un edificio de colores.
Los ascensores me pierden
en las entrañas del coloso de cemento y acero
y me encuentro en la cima, agarrado a un poste.
El miedo en todas sus facetas me seduce
a mis pies el manto de velas alumbra las calles
me doy vueltas y vuelvo al ascensor
sorpresivamente me encuentro fuera de un pasillo sin luces
y tomo otro ascensor que aparece a mi espalda
No se cuanto estuve bajando y subiendo en las máquinas devoradoras
solo sé que el reaccionar estaba en una esquina que reconocí,
pero no recordaba de donde
Mire el cielo tenía un color demasiado raro
la alquimia salvaje me hacía parte de sí
hasta que rompí el molde
y caí de espalda en un río de lodo
que me perdió en los laberintos de la ciudad sin nombre
Siempre supe que había estado antes en este sueño.
me gusta este texto, de 2007
EL PLACER DE VAGABUNDEAR
ResponderEliminarComienzo por declarar que creo que para vagabundear se necesitan excepcionales condiciones de soñador. Ya lo dijo el ilustre Macedonio Fernández: "No toda es vigilia la de los ojos abiertos".
Digo esto porque hay vagos, y vagos. Entendámonos. Entre el "crosta" de botines destartalados, pelambre mugrientosa y enjundia con más grasa que un carro de matarife, y el vagabundo bien vestido, soñador y escéptico, hay más distancia que entre la Luna y la Tierra. Salvo que ese vagabundo se llame Máximo Gorki, o Jack London, o Richepin.
Ante todo, para vagar hay que estar por completo despojado de prejuicios y luego ser un poquitín escéptico, escéptico como esos perros que tienen la mirada de hambre y que cuando los llaman menean la cola, pero en vez de acercarse, se alejan, poniendo entre su cuerpo y la humanidad, una respetable distancia.
Todos los días asisto a la tragedia de un hombre honrado. Este hombre honrado tiene un café que bien puede estar evaluado en treinta mil pesos o algo más. Bueno: este hombre honrado tiene una esposa honrada.
ResponderEliminarA esta esposa honrada la ha colocado a cuidar la victrola. Dicho procedimiento le ahorra los ochenta pesos mensuales que tendría que pagarle a una victrolista. Mediante este sistema, mi hombre honrado economiza, al fin del año, la respetable suma de novecientos sesenta pesos sin contar los intereses capitalizados. Al cabo de diez años tendrá ahorrados…
La tragedia del hombre honrado
Por Roberto Arlt